
Si hiciéramos un álbum de vida, desde el instante en que nacemos, colocando en él, fotos tomadas cada cinco años, notaríamos los cambios tan notables que se producen con el crecimiento, a lo largo de la vida.
Los personajes de las fotos son tan diferentes, que parece imposible, que sea la misma persona, y es ahí, donde radica la belleza, y la sabiduría de Dios.
Estos pensamientos me vinieron cuando contemplaba una linda mujer en una foto y volteando la cara miré en el espejo, vi a una mujer, arrugada.
Al primer momento me dije: cuánto has cambiado, no te pareces en nada, más parece la foto de tu nieta, sentí deseos de estar un poco más tersa y ágil, pero muy contenta de mis años vividos, llenos de alegrías y de no tantas alegrías. Pensando, me dije: gracias a Dios, el espíritu no envejece.
TODOS
Todos, tenemos la tendencia de pensar, de que lo que pensamos es lo correcto, y muchas veces, no es así, por que nos equivocamos, y sin darnos cuenta le hemos pedido a Dios nos conceda, y rapidito, lo que, sin saber, no nos conviene, o no es su voluntad.
Pensando todas estas cosas, meditando en ellas me llevó a sentir en lo muy infantil que muchas veces actuamos, siendo como somos, tan poco conocedores de nosotros mismos.
Me quede en silencio, y recé al Espíritu Santo, que escudriñe hasta el último rincón de mi ser, y me permita verme tal cual soy, para conocerme, y conociéndome, saber dónde me equivoco, peco, fallo, piso en falso, y además pido lo que no conozco si es para bien o para mal.
Al rezar tengamos siempre presente, que se haga la voluntad de Dios, que conoce el futuro, y que sabe lo que le conviene a cada quien.
ENTREGARSE
Hay que entregarse a Dios.
Entregarse al Padre con confianza infinita a su voluntad.
Entregarse al Padre como niño que busca refugio entre sus brazos.
Entregarse al Padre, dejando de lado todo miedo, porque sabe que Él es: escudo, faro, peña, salvavida, mano que cuida y salva de todo mal.
Entregarse al Padre, con la absoluta certeza de amar y ser amado. Hay que entregarse a Dios, para ser feliz.
ENVIDIA-AVARICIA
Dos males a cuál peor, porque si la avaricia es mala, la envidia, no se le queda atrás.
Son incontables los males que acarrean, estas perlas falsas, son tan dañinas que asustan.
La envidia y la avaricia son males que vienen desde dentro del ser, que corroen el alma, es un mal que causa mucho daño a muchísimas personas inocentes.
Cuando estos sentimientos se apoderan de las personas, no la dejan vivir en paz, destruyéndose y destruyendo.
Muchas veces se viste de engañosa, y convence, según sea la apariencia que use.
Este mal es más común de lo que parece. Como todos, somos capaces de todo, pidamos a Papá Dios, nos libre de envidiar, y nos enseñe a compartir, librándonos de la avaricia.
COMO NIÑOS
Constantemente se oye la voz de Jesús, diciéndonos: “Les aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños no podrán entrar en el Reino de los Cielos” Mt.18,3
Mucho me ha costado comprender en su profundidad, este dicho de Jesús desde que me convencí de que sus enseñanzas, vienen de la sencillez más absoluta.
Es tan difícil que un adulto bien preparado sea sencillo y pase por tonto como le pasó a Tomas; que crea por un momento que una vaca pueda volar; como le pasó al sabio Tomás.
Para Santo Tomas de Aquino, era más fácil pensar que una vaca volara (ellas vuelas en los tornados) a que su amigo en quien confiaba, se burlara de él.
Vistas las cosas desde el punto de la sencillez, de la naturalidad, se comienza a entender el sentido de “hacerse como niños”
El adulto de alma sencilla, humilde, agrada a Dios, porque ve su limpieza.
A las personas orgullosas de su propia sabiduría, y hasta de su comportamiento, Jesús las llama a reflexionar y a estar alertas en su fe, en su comportamiento de entrega a Dios, y no a esperar tanto de si mismos; recordándoles que todo pasa, menos Dios.
AMAR CONFIADOS
Reconocer la gloria de la Trinidad, adorar su unidad omnipotente, nos permite entrar en la fe verdadera, y amar el misterio revelado: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo.
Dios Padre, nos da la Palabra de Vida eterna.
Dios Hijo, nos enseña a oír la Palabra de Dios.
Dios Espíritu Santo, nos enseña a comprender la Palabra de Dios.
Nuestra fe debe ser esperanza y confianza plena en Él.
Profundizar su Evangelio, seguirlo, y darlo a conocer.
Enseñanza de un Dios Padre que nos ama y nos desea para sí es de una riqueza inigualable.
TODA SU VIDA
En la enseñanza de Jesús, se centra, el amor que Dios Padre nos tiene, y el que nosotros debemos tenerle; de cómo llegar a Él
Hablarles del Reino de Dios, no era fácil porque era decirles: que el Reino de Dios, ya había llegado, que ya estaba entre ellos, usando las parábolas, para hacerse entender.
Les decía que ese Reino de Dios, no es de este mundo, que es del mundo desde donde Él viene, desde donde se es verdaderamente feliz.
Jesús jamás prometió nada para este mundo en que vivimos, y mucho menos felicidad.
Jesús, Dios Encarnado, Presencia y Voz del Padre, nos llena de ÉL, de su Verdad, verdad que es vida, alimento, crecimiento que fortalece a todo aquel que en el cree, y confía. Jesús es el Enviado. La Obra que Dios nos pide, creer en Jesús como el Hijo de Dios,
Dios y Hombre verdadero, Pan de Vida Eterna enviado por el Padre, para ser comido, amando al Padre, al amar al Hijo.
Filotea
