Todo el Rosario, que es el resumen del Evangelio, habla de Dios que es Amor; Amor eterno, fiel, todopoderoso, misericordioso, bondadoso sin límites.  Amor de cruz, llagas y espinas, Amor que da la Vida y se queda como alimento de Vida eterna. Ese es el Corazón de Cristo, manso y humilde que se muestra en cada uno de los Misterios del Rosario, porque meditamos el Amor de Dios, de la mano de María que es la que mejor conoce el Corazón de Jesús.

La Virgen del Rosario, Madre del Amor, nos va guiando para enseñarnos a ser sencillos y rogar para que nuestro corazón se transforme hasta parecerse al Corazón de Jesús. Cada Misterio nos enseña a confiar, a no temer en las dificultades, a encontrar consuelo, a sentirnos plenamente amados por Dios en cada momento de nuestra vida.

El Corazón de Jesús y el Corazón de María se funden en el rosario para que vivamos alegres en la Esperanza y le demos sentido a nuestra vida que sólo tiene su plenitud en el Amor. Rezar el Rosario es refugiarse en el Corazón de Jesús que nos invita a ir con Él cuando estamos cansados y agobiados, estar con Él en la alegría o en el dolor, en los momentos de luz y gloria, siempre arropados por su Madre que intercede eternamente por nosotros.

Ina OP