
Si quieres vivir esta Semana Santa sin perderte en la vía, y llegar triunfante a la Resurrección, la garantía es hacerlo con María que nunca abandonó a Jesús. Rezar el Rosario es tomarnos de la mano de María, para recorrer el camino, reconocer a Jesús como Rey y Señor, agitando el alma como palma bendita, fieles como la Madre Dolorosa hasta la cruz. Meditar cada Misterio del Rosario es mirar a Jesús con los ojos de María y recibir la fuerza necesaria para no dejarle nunca ni por miedo ni por cansancio.
No sabemos desde dónde miraría la Madre al Hijo cuando entraba en Jerusalén entre alabanzas, palmas alegres y alfombra de mantos, pero si sabemos que se encontraron sus miradas camino del Calvario y a los pies de la cruz, cuando en tormentoso silencio, miraba derramada la sangre de Dios y le escuchaba recibiéndonos a nosotros pecadores como hijos suyos. Misterio del Amor que cuando la Virgen le tomó en sus brazos también nos abrazó a nosotros y mirándole nos vio pequeños y necesitados.
Agita tu rosario, mueve tu corazón con cada Avemaría para alcanzar la conversión de cada día, porque sólo mirando a Jesús clavado en la cruz conoceremos lo que es el verdadero Amor y confiando en su misericordia llegaremos con Él a la Resurrección.
¡Bendita sea la Madre Dolorosa del Rosario que nos lleva a Jesús!
Ina O.P.
