
La Virgen del Adviento, Modelo de esperanza, nos recomienda rezar El Rosario, el mejor instrumento para “velar y hacer oración continuamente”, para aprender a confiar fielmente en la promesa del Señor.
El vientre purísimo de María se convierte en cielo para traernos al Hijo de Dios. Ella nos lleva a Jesús con la alegría de Madre que reúne a sus hijos. Cada Avemaría enciende una luz en el misterio de nuestra vida, haciendo que se transforme en un permanente Adviento, viviendo con Esperanza, logrando que cada vez que hagamos algo bueno sea Navidad en nuestro corazón, porque Jesús habita en él.
De la mano de María contemplamos la Palabra de Dios, esperando su venida gloriosa, con amor y sin temor. El rezo del Rosario nos mantiene atentos, preparados para no perdernos los regalos de Dios, disfrutando de su ternura, con el alma despierta contemplando su grandeza y agradeciendo su bondad infinita, para que el día final no nos sorprenda sin haber amado.
Ina OP
