Fiesta de traje

28° domingo ord.- A (Mt 22,1-14)
Cada uno es libre de asistir o rechazar la invitación del Rey, porque “obligado ni al cielo”. El problema es elegir mal y perderte la fiesta, con todas sus terribles consecuencias. Pero el colmo es aceptar la invitación del súper banquete gratis y no tomarte ni siquiera la molestia de prepararte para ir y que al final te devuelvan vergonzosamente de la puerta.
Dios hace una invitación universal para que nadie se quede fuera, sólo desea que escuchemos su llamada personal y aceptemos celebrar con Él. Esta fiesta muy alegre es la Misa donde juntos celebramos que Jesús nos salvó, el gran Banquete es la comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Es el propio Dios Padre quien hace la fiesta y el Espíritu Santo quien invita.
Hasta el traje nos ha regalado, porque desea vernos siempre vestidos de fiesta, pero el peligro es que si el traje no se usa se pierde o si te hinchas de soberbia o envidia no te entra, o puede ser que te quede grande porque no creciste en la fe. También puede ser que el traje esté sucio y manchado, y así lamentablemente no puedes comer el banquete.
Dios te reconoce vestido de fiesta cuando le dices: aquí estoy, traje mi corazón arrepentido, traje mi deseo de ser mejor persona, traje mis sufrimientos para ofrecértelos, traje mi mejor sonrisa para compartir, traje mis manos para ayudar, traje mi corazón lleno de gratitud para alabarte, traje hasta mis pecados, porque sé que sólo tú puedes limpiarlos y vestirme nuevamente de tu gracia.
Ina O.P.

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