La Viña no se pierde…

27º domingo ord. A (Mt 21,33-43)


No hay método, ni fórmula, ni avance tecnológico que sirva para que entendamos el mensaje
del Evangelio, si tenemos bloqueado el entendimiento y cerrado el corazón. Esta parábola
parece la historia de un gran fracaso, porque aquellos en quien el dueño (Dios Padre) confió, lo
traicionaron y mataron hasta a su Hijo (Jesús). A pesar de todo, el Amor no muere y la Viña no
se pierde, porque nadie puede destruir el Reino de Dios. Aunque el mundo se empeñe en
hacer desaparecer a Dios, en destruir su obra, y ocultar su mensaje, siempre existirán profetas
que den la vida por Él, si somos fieles a la fe de nuestro de nuestro bautizo y no traicionamos
nuestros principios.
El anuncio del Evangelio no se detendrá jamás, por eso Jesús insiste y toma los ejemplos más
simples y cotidianos de su pueblo, crea parábolas donde cada uno puede verse reflejado en
algún personaje. A veces actuamos como los malos del cuento pero es bastante difícil
reconocerlo, y de eso depende que podamos corregirnos, porque siempre es más fácil echar la
culpa a los demás. Dios nos ha creado con amor para disfrutar su reino, nos ha regalado la
vida, nos ha rodeado de gracia, y nos ha confiado su obra para que demos buenos frutos.
Trabajemos como buenos misioneros en quien Dios confía hoy para cuidar su viña que es la
Iglesia. Cristo es la Piedra Angular, el centro y la vida de todos.
Ina O.P.

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