El gran trabajo de la conversión

26º Domingo Ord. –A  (Mt 21,28-32) 

Pobre padre con ese par de hijos; uno mentiroso y falso y el otro malcriado y grosero. Pobre párroco con esos fieles que no pierden un chance para aparecer en la foto, pero critican todo, y siempre esperan que trabajen los demás. La llamada a trabajar en la viña del Señor sigue funcionando desde la libertad, nadie va obligado y mucho menos a figurar, porque El Señor sólo quiere corazones sinceros, dispuestos a trabajar con Él.

Hay chance para todos porque el reino de Dios es Misericordia con la única condición de la conversión sincera, como la de Mateo, que cuando Jesús lo llamó a seguirle, cambió radicalmente de vida y pasó de ser un publicano traidor a su pueblo, a ser Apóstol y Evangelista, o María Magdalena que al ser liberada de lo que la ataba, rescató su dignidad humana y la fidelidad de su conversión la transformó en Apóstol de los apóstoles.

La llamada a la conversión es el primer trabajo de cada uno, rectificar y cambiar de vida es la tarea pendiente, para hacer la voluntad del Padre, que es paciente porque conoce las fallas de sus hijos y valora las buenas intenciones que muchas veces son sinceras, pero se pierden por la debilidad humana. Lo que cuenta es hacer la voluntad de Dios.

Ina O.P

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