
Jesús es el Maestro, pero a veces sus expresiones nos desconciertan, porque nosotros, como los Apóstoles, somos duros de entendimiento. El lenguaje de la catequesis de Jesús es fuerte y directo, porque la Palabra de Dios nos tiene que mover, despertar, sacar de la comodidad y transformarnos.
Para enseñar a los Apóstoles la necesidad de compartir la fe y el pan, ante una multitud hambrienta, Jesús les dijo: “Denle ustedes de comer” y después del asombro ante lo que consideraron absurdo; cuando por fin dieron lo que tenían, desde su pobreza, El Señor bendijo y multiplicó milagrosamente.
Para enseñarles la necesidad de confiar en Él, no tener miedo y nunca hundirse en las dificultades, le dijo a Pedro algo insólito: “Ven” y el apóstol caminó sobre las aguas, y cuando se ahogaba por la debilidad de su fe, pidió ayuda y misericordiosamente Jesús, le tendió la mano para salvarlo.
A los Apóstoles les costaba cambiar de mentalidad. Antes le dijeron a Jesús: “despide a la multitud”, para librarse ellos de un problema y que cada quien resolviera su hambre; después en el lago, de madrugada, por miedo no lo reconocen y le ponen a prueba diciendo “si eres tú… mándame ir a ti”. Ahora le dicen: “Atiende a esta mujer que viene gritando” quizás para quitarse rápidamente la molestia de la extranjera escandalosa… y Jesús responde con una expresión totalmente desconcertante para el cristiano de hoy, pero “normal” según el criterio de la mentalidad Judía, que asumía que el Mesías era exclusivo para ellos.: “he sido enviado a las ovejas de Israel”, “no está bien echar el pan de los hijos a los perros”.
Con esta mujer “inmigrante”, Jesús nos da una lección magistral. La fe y la humildad de la Cananea expresan lo que Jesús quiere grabarles en el alma a sus discípulos. Ha venido a salvar, no hace distinciones, los hijos son los que creen en Él y reciben el pan que les concede por la fe y la humildad. Jesús premia la oración insistente, perseverante, la súplica absolutamente confiada de la madre intercediendo por la salvación de su hija enferma, mostrando la fuerza de la Fe que debemos tener como pueblo de Dios, nación consagrada, solidarios entre gentes de diferentes razas y culturas que tienen como documento de identidad ser hijos de Dios sabiendo que la verdadera patria es el cielo.
Ina O.P.
